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EL SEÑOR GALÍNDEZ: TEATRO EN ESTADO PURO DE MEMORIA

Este viernes se estrena la sexta temporada de la obra de Tato Pavlovsky en el espacio Punto Arte. Desde la 21:30 la puesta de Daniel Loisi regresa a la cartelera teatral porteña. Impactante y necesario texto

Como un homenaje permanente al inolvidable Eduardo Tato Pavlowsky, una de sus obras emblemáticas, "El Señor Galíndez", estrena este viernes su quinta temporada, con un elenco comprometido con el legado de la obra de este autor que trabaja la memoria colectiva y los dolores provocados por la última Dictadura militar.

Hablar de "El señor Galíndez" es introducirse en los laberintos mas oscuros de nuestra historia, para descubrir personajes, que probablemente fueron cotidianos y reconocibles en la sociedad de los 70, pero que escondían la voracidad de un siniestro poder en la tinieblas.

Esta excelente puesta que sostiene su director, el también actor, Daniel Loisi, respeta mucho la idea original del texto de Pavlosvky, estrenado en 1973, y defiende con un sólido elenco, esta devoción por el autor, en una presentación que se realiza desde las 21:30 en el espacio Punto Arte, Bonorino 274.

"Una obra necesaria" define Loisi cuando se lo consulta sobre la elección de llevar adelante esta propuesta teatral, y allí remarca la necesidad de "no perder la memoria" y mostrar , en estos personajes extremos, la mirada fina sobre hechos que nos marcaron como sociedad y "seres que mas allá de la ficción pueden estar latentes entre nosotros".

Este es uno de los motivos que genera, luego de los 60 minutos de obra, un atractivo espacio para el debate y el reconocimiento de años duros para los argentinos y que siempre merecen ser removidos para no perder el detalles de los propios sufrimientos como sociedad.

Como todo emprendimiento, este grupo teatral de actores que viene recorriendo diferentes escenarios de la Cuidad de Buenos Aires y el interior del país, para poner el cuerpo y pelear su exhibición, con el amor que solo tienen los artistas comprometidos con un mensaje concreto desde el escenario., una obra de este calibre, no tiene una puesta fácil y es, también parte del esfuerzo de este conjunto

La obra es para muchos conocida, con la historia del torturador inmerso en la normalidad de lo cotidiano. Y su realidad de mantener un engranaje, con sus hombres que obedecen ciegamente sus órdenes, sin saber por qué ni para qué.

Allí se instala un primer clímax muy impactante donde estos seres, que a la luz de lo hechos parecen pares y estar en la misma vereda, juegan entre ellos a la peor agresión y tortura psicologica , solamente para despuntar el vicio.

Loisi se calza con mucho oficio el traje del líder del grupo, manejando miradas y entonaciones que pretenden marcar su dominio, mientras Christian Heredia, saca a la luz su personaje desbordado, casi en el limite de la violencia desmedida, y a la vez de la falta de respeto a quien parece ser el que debe mandar.

En el medio, el "iniciado" en esta lides represivas (interpretado por Eduardo Perilli) que debe soportar el "derecho de piso" de sus "superiores", quienes pueden llegar a someterlo a los mismos vejámenes que a sus prisioneros, aunque aquí solo por "diversión".

El clímax posterior no es de menor impacto; cuando a ese escondite llegan dos prostitutas que terminan siendo ese obscuro objeto de deseo de los torturadores, en un momento de alta tensión emocional y de una lograda coreografía de violencia en espiral.

Se luce allí la actriz Laura Manzaneda, quien junto a Loisi y Heredia forma parte del elenco original desde la primera puesta, y expone una sensualidad que luego muta a una fuerte agresividad, sumado a una energía potente, que traspasa el limite del escenario para golpear en los espectadores.

En este bloque de la obra también tiene su momento Marilú Maygret quien se suma a este intenso juego donde la muerte y los miedos son protagonistas.

Sin embargo está ese sexto personaje. Invisible, inanimado, que habla por un teléfono que no habla pero marca una presencia decisiva, que somete, aplasta y define la vida de cada uno de estos personajes reunido alrededor del Señor Galíndez.

Bienvenida la quinta temporada de esta obra que es carnadura sin filtros de las obsesiones autorales de Tato Pavlovsky, que se hace imprescindible para entender de donde venimos.

Hay que estar dispuestos al impacto y el dolor de reconocernos, pero tan necesario para reflexionar sobre el pasado y el presente, porque mirar al costado puede condenar a la desmemoria y a tener un futuro repetido.

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